Parque Minero de La Unión, un museo directo hacia las entrañas

11.03.2014 19:36

La Unión es hoy día una localidad de Murcia, perteneciente al campo de Cartagena, formada, como su nombre indica, por la unión de varios poblados que, en el pasado estuvieron divididos y que por razones económicas, buscaron una identidad común en torno a un recurso de explotación que les dio carácter y fuerza: las minas.

 

Los mineros llegaban de Andalucía

Situada en un terreno de sierra, abundan por la zona extensos yacimientos de minerales de los que, aunque se tiene conocimiento de su explotación desde tiempos remotos, han conocido su mayor auge en el siglo XIX. La revolución industrial pone sus ojos en este inmenso filón y desde los primeros años de la centuria empiezan a llegar trabajadores emigrados de otras regiones, en su gran mayoría andaluces.

El pequeño éxodo de aquellos que escaparon del campo buscando solución a sus profundos problemas de escasez, hubo de encontrar y agrandar este nuevo complejo de miseria y explotación donde ganaron el alimento, parco y carísimo, muchas familias.

 

Precariedad y muerte por silicosis

Las condiciones, a falta de otras mejores, eran durísimas. Los trabajadores bajaban a la mina con pocas o ninguna garantía laboral, jugándose la vida la mayor parte del tiempo. La maquinaria era precaria, la oscuridad, en un principio, absoluta, pues habían de alumbrarse en el interior de la tierra con carburos.

Los riesgos de contraer enfermedades eran brutales, vivían expuestos a un entorno de sulfatos y sílice, por el polvo de la mina, que causaba la temida silicosis, muerte prácticamente segura para los hombres, en una edad muy temprana. Y con esta cortísima esperanza de vida, ni siquiera podían dejar resuelto el porvenir de sus familias, pues no les pagaban por su trabajo en dinero, sino en unos vales que habían de gastar las esposas en el economato de la empresa, enriqueciendo al amo aún más, gestando una forma cercana a la esclavitud.

 

El cante de las minas

De estas durísimas condiciones nace el cante del minero. El que lanzara mientras realizaba con sufrimiento y penalidad su labor, apegado a las entrañas de la tierra, en medio de la oscuridad y el silencio, acoplado al frío, la penuria y la enfermedad. Es un canto espontáneo. Desgarrado. Duro y profundo. Un gemido lanzado desde el interior del dolor. El corazón de la raíz de la tristeza, como un grito animal, ancestral, que líricamente penetra en las entrañas del ser.

En el antiguo Mercado Público de La Unión, frente a una plaza de palmeras donde hay un monumento de bronce dedicado al minero, se erige la hoy llamada Catedral del Cante. Este edificio modernista alberga el Festival Internacional del Cante de las Minas, añadiendo cada mes de agosto más belleza interior a la que exteriormente ya le había regalado su autor, el magistral arquitecto Víctor Beltrí.

Cuatro premios adornan el evento: la Lámpara Minera, el Bordón Minero, el Desplante y el Filón, para cuatro modalidades: Cante, Guitarra, Baile e Instrumentista, respectivamente.

 

Parque Minero de La Unión

Con la segunda década del siglo XX los yacimientos se van agotando y las minas, poco a poco, comienzan a no ser rentables. Los años cincuenta ven resurgir una mejoría, por circunstancias históricas, y comienzan a reutilizarse zonas abandonadas. Inspirada en esta época, nace la idea de reconstruir aquel pasado de la humanidad, afortunadamente ya sepultado, y se crea el Parque Minero de La Unión, recreando la historia en las galerías del interior de la mina.

La visita comienza en el aparcamiento donde un video ya pone en contacto con el entorno. Después, un tren sube al visitante hasta el corazón de una mina, la Agrupa Vicenta, a través de la cual se puede conocer el universo que dio forma a esta historia.

Se habla del proceso, desde el principio, de la extracción de la piedra. Se visitan los antiguos lavaderos en el exterior y los lugares donde se separaba la mena de la ganga. Ataviados con cascos, se visitan después, a lo largo de más de 4.000m2 de galerías, los lugares donde se ha recreado el auténtico procedimiento de trabajo del minero.

A través de túneles levemente iluminados, se ven ascensores, trenecillos, huecos excavados para la extracción al exterior del metal. Se habla del trabajo de los niños en la mina, del atuendo, de los heridos y de la enfermedad.

 

La matriz del cante jondo

El arte adorna con su contribución de exposiciones pictóricas sobre el minero, y, por si fuera poco, nuevas veladas flamencas transportan, desde hace poco, el universo del cante jondo a la misma mina de donde salió.

En un proceso contrario a su nacimiento, tarantas, cartageneras, soleás y fandangos, vuelven a escucharse en actuaciones novedosas, como continuación de las noches del festival. Desde su oscura matriz en el interior de la tierra, retoman y ocupan el escenario perfecto, lugar oscuro y profundo, donde surgieron.

Un quejido roto rompe la tierra.